Conversamos con Carlos Pérez Cruz, trompetista y locutor (nº 43)

Entrevistamos en esta edición a Carlos Pérez Cruz, músico y locutor de El Club de Jazz y uno de los divulgadores que más tiempo lleva difundiendo el jazz en España a través de internet.

El entrevistado: Carlos Pérez Cruz

Carlos Pérez Cruz se define en la biografía de su web como trompetista y locutor de radio.

Como músico, se ha formado en la clásica y en el jazz, ha sido miembro de diversas formaciones  y ahora mismo es miembro de la Banda de Música de Pamplona La Pamplonesa y miembro fundador del trío de jazz John Pinone. Confieso que nunca lo he oído tocar y no sé si en su música se reflejan esos zarpazos al balón que hicieron famosos al «Oso» Pinone, pero como periodista sí los da de vez en cuando, 😉 .

Desde 2001 conduce el  programa radiofónico Club de Jazz, donde nos trae siempre jazz y otras músicas improvisadas actuales, siempre buscando los sonidos más rompedores. Ha colaborado y colabora en diferentes medios, como por ejemplo Carne Cruda, o Cuadernos de Jazz.

La bienvenida de su web:

Qué tal amigas y amigos del Club,

bienvenidas/os a este rincón que la red tiene reservado a este Club de Jazz radiofónico. Un local en las ondas de la radio y en la red de Internet que acoge todo lo relacionado con un espacio que nació para la difusión del Jazz en la ciudad de Iruñea – Pamplona en febrero de 2001 y que cuenta a día de hoy con oyentes distribuidos por toda la geografía del planeta gracias a las posibilidades de la red.

El cuestionario de Conversajazz

Empezamos con tu pasión por el jazz…

¿A quién has visto en directo que te ha parecido colosal? ¿A quién te hubiera gustado ver?

A Hedningarna, grupo sueco y finés que me elevó a los cielos del mal (que todos sabemos que son mucho más divertidos que los del bien). ¡Ah! Espera, que dices del jazz… Creo que ver a Peter Evans a solo es lo más colosal que han escuchado mis oídos. Colosal en este caso equivale a delirio, el que produce ver a alguien hacer lo que hace él con una trompeta o con un piccolo (remedo de trompeta para interpretar el repertorio del Barroco). Que un formato tan absurdo adquiera sentido, tenga coherencia (¡hablamos de un solo de trompeta!) y no resulte un ejercicio circense o pirotécnico me parece… colosal.

¿A quién me hubiera gustado ver? A John Coltrane, no hay discusión.

¿Qué le dirías a alguien que no sabe nada de jazz? ¿A quién le recomendarías que escuchara?

Que permanezca en la ignorancia, se ahorrará una adicción.

No le recomendaría que escuchara nada ni a nadie en concreto. Me parece un error creer que hay un disco o una grabación que abre las puertas al jazz. Máxime cuando se suelen recomendar discos que, en muchos casos, desvirtúan la naturaleza de esta expresión. Tendemos a pensar que más vale empezar por lo “suave”, que ya vendrá lo “duro”. Error. Que cada cual recorra su camino, que si tiene que llegar, llegará. Como todo lo que en la vida requiere de implicación y esfuerzo por parte de la persona, depende mucho de la voluntad del interesado, de su actitud, bagaje y entorno. Si le recomiendo un disco, un artista, probablemente lo haga basándome en mi propia experiencia, y ésta es absolutamente íntima e intransferible. Si me pregunta sobre qué me parece esto o lo otro, no tendré problema en dar mi opinión, pero al final ha de ser uno mismo el que camine por este apasionante mundo de la música creativa y no dejarse limitar por nada ni por nadie. Hay tanto por descubrir que acudir a los tópicos puede ser un lastre… ¡o no! Quién sabe cómo nos enamora la música.

Dime un libro que te recuerde a jazz.

Lo primero que se me ha venido a la cabeza es la escritura de Quinito López Mourelle. En su literatura hay jazz y también atmósfera que recuerda al jazz. Conoce bien el jazz, es también crítico y pianista. Y tiene ese punto de escepticismo y derrota con clase que es puro jazz.

Y ahora, ayúdame con la sección de jazz y cine: ¿qué película te gustaría que comentara?

Holy Lola (Lo pequeña Lola) de Bertrand Tavernier contaba con banda sonora del maestro Henri Texier. Y así nos salimos un poco de los tópicos del cine USAmericano y sus clásicos tan (re)manidos.

Sé que es muy difícil elegir uno, pero ¿cuál tu estándar de jazz favorito?

Es facilísimo. ¡No me quedo con ninguno! No tengo estándar favorito. Todavía hay quien consigue hacer genialidades con ellos pero la frecuencia con la que se repiten me produce verdadero sopor. Por favor, señores, caminen, hay más mundos y están en éste.

Seguimos con tu aportación al jazz. Ahora completa la frase…

Del primer programa de radio de El Club de Jazz que grabaste lo que recuerdas es…

No fue grabado, fue en directo. Empecé en la radio de la Universidad de Navarra el 12 de febrero de 2001. Es decir, un programa dedicado a la música del diablo empezó en una emisora del Opus Dei (el diablo, ¿no?). Y recuerdo poco de mis sensaciones aunque sí lo he escuchado en alguna ocasión. Le faltaba la soltura de la experiencia pero no ilusión por estar haciendo algo parecido a lo que había soñado durante tanto tiempo. En aquel programa sonó hasta Diana Krall (Señor, perdona mis pecados) pero dejé algunas pistas de lo que sería mi crecimiento personal posterior.

Todos tenemos motivos. Canta Sabina que «nos sobran los motivos». Los tuyos para dedicarte a la difusión del jazz son…

Huy, Sabina sabrá los suyos. Los míos son motivos que se confrontan permanentemente con la tozuda realidad. Un motivo fundamental es que soy un enamorado de la radio, un verdadero apasionado. Amo este medio y sufro por él como se sufre por lo que más se ama. A estas alturas ya no sé si difundo el jazz por costumbre o por convicción. Hay cosas apasionantes que a uno le gustaría contribuir a difundir o dar a conocer en la medida de sus posibilidades, pero precisamente éstas lo limitan a uno (casi) a un campo específico y el jazz y yo parece que nos llevamos relativamente bien. Hay días en que los motivos personales y la realidad entran en conflicto pero, incluso en los momentos de mayor desánimo, creo que merece la pena pelear por poner algo de luz sobre rincones tan oscuros de la creación humana que nos dan tantas veces luz a unos pocos. Hay músicos y personas tan “fantabulosas” (copyright de la expresión: Javier Díez-Ena, contrabajista de Dead Capo y compañero en labores de difusión musical en Carne Cruda 2.0) que el programa y mis colaboraciones periodísticas son una excusa para acercarme a ellas y conocer qué impulsa tanta belleza. Me mueve, claro está, dar a conocer a quien quiera escuchar lo que nos niegan que exista.

Me imagino que llega un momento, o varios si eres afortunado, que hacen que digas «cuánto me alegro de dedicarme a esto». Los momentos en los que piensas «sólo por esto merece la pena» son…

Cuando la música produce delirio, cuando se consuma una entrevista a la que se ha dedicado tanto mimo y trabajo, cuando un oyente se comunica contigo y te hace consciente de que no todo es en vano, cuando cierras un programa que crees magnífico, cuando escribes un texto que puede comunicar y remover… Luego está la resaca, siempre es jodida.

Y de vez en cuando giras la vista a los comienzos y te ves ahora, y piensas…

¡Ya ha pasado todo este tiempo! También que la marginalidad forma parte del ADN de aquello a lo que nos dedicamos en cuerpo y alma. No suelo mirar a esos comienzos pero sin duda el impulso era el mismo; las formas han evolucionado.

Supongamos que se te acerca un chaval o chavala por la calle, o te remite un mail que para el caso es lo mismo, y te dice «oye te admiro, conozco tu trabajo y a mí me encantaría hacer lo que tú haces» y tú le contestas…

¡No! ¡¡No es lo mismo!! Si me lo encuentro en persona quizá nos vayamos a tomar algo y me tome un tiempo para convencerle de que no me haga la competencia. Bromas aparte (que no lo son, en persona no hay nunca una relación igual a la relación por mail), poco podría hacer más que responderle las preguntas que me haga. Una pasión, si de veras es tal, es irrefrenable. Yo sólo puedo aportarle mi experiencia y la de cada uno es única. Si le sirve de algo, perfecto. Pero no hay dos personas iguales, luego no hay caminos exactos. Eso sí, o a la pasión le corresponde una constancia en el quehacer o no hay nada que hacer.

Y por último…

¿Qué música estás escuchando mientras respondes a la entrevista?

El disco Rebetiko Gymnastas de Vinicio Capossela. Conste que es una excepción, no suelo escribir con música. Pero hoy me hacía falta precisamente este disco. ¿Ves? La música nos hará libres. ¡Bravo Vinicio!

Siempre nos queda algo en el tintero. Concretamente te gustaría añadir…

Lo que queda por decir siempre es lo más interesante. Así que, guardo silencio y que cante Vinicio…

La verdad es que lo de Diana Krall nunca lo hubiese sospechado, pero todos tenemos un pasado, je, je. Muchas gracias a Carlos Pérez Cruz por habernos dedicado un rato para contestar nuestro cuestionario. Y todos a su web y escucha los podcast de uno de los grandes programas de jazz: El Club de Jazz.

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