Alice Coltrane (mujeres del jazz IV)

Alice Coltrane tan solo pasó cuatro años de su vida con el hombre que le brindó tal legendario y distintivo apellido. Nunca dejó de ser Alice McLeod, pero el jazz, en honor a la brillante estirpe, la conoce y conocerá siempre como Alice Coltrane.
Alice McLeod nació en Detroit el 27 de agosto de 1937. De familia con amplia tradición musical, pronto empezó a tocar el piano. Pese a que comenzó estudiando clásico y a tocar el órgano en iglesias, rápidamente recibiría la cálida radiación del jazz de la mano de su hermano Ernie, quien llegó a colaborar con Stan Getz.
Tras un breve paso por el mundo del espectáculo en Detroit con artistas de medio renombre, viajó a París, donde cursó estudios superiores de piano. Al finalizarlos, se mudó a Nueva York.
El vibrafonista Terry Gibs le abrió un hueco en la escena jazzística del momento. Contó con ella para su cuarteto y actuaron durante varios años en los mejores clubs de Nueva York. En 1963 conoce personalmente a John Coltrane, considerado ya en aquel momento una auténtica eminencia del nuevo jazz. La conexión entre ambos fue prácticamente instantánea en todos los sentidos: a los pocos meses, McLeod dejó su cuarteto y Coltrane dejó a su mujer. También dejó a su pianista, el irrepetible McCoy Tyner.
Alice Coltrane (como la identificaremos de ahora en adelante) no solo fue una prestigiosa teclista. Es conocida por ser una importante introductora del arpa en el jazz, después de la labor de lanzadera que desarrolló unos años antes Dorothy Thompson, también de Detroit. Thompson también introdujo en sus interpretaciones el koto, instrumento tradicional japonés, y demostró así que el bepop era el soporte perfecto para la experimentación con instrumentos no habituales en el jazz. Posteriormente, ambas artistas influirían de forma notable en Deborah Henson-Conant, quien a día de hoy sigue interpretando jazz con arpas clásicas y eléctricas.
Como se menciona anteriormente, Alice Coltrane apenas vivó cuatro años con su marido John Coltrane. Tuvieron tres hijos (todos han sido notables jazzistas) y el proyecto musical que formaron seguía adelante. No obstante, el cáncer de hígado que deterioró rápidamente a John Coltrane ralentizó y cambió el rumbo de su música.
A love supreme, considerado uno de los discos más importantes de la historia del jazz, es fruto de un proceso meditativo de John Coltrane en el que su mujer estuvo muy próxima a él. Es este el primer atisbo de espiritualidad musical que posteriormente caracterizará a Alice Coltrane.
La muerte del saxofonista en julio de 1967 generó en la pianista un torrente de sensaciones y herencias que rápidamente explotó. La espiritualidad se convirtió en el leitmotiv de su música. Siguió produciendo bajo el sello que tantos éxitos dio a su marido, Impulse!, pero la crítica no aceptaba su nueva visión sobre el género. Fue calificada de “efectista”, y su espiritualidad, de “básica”. Ante tanta negatividad, continuó profundizando en la meditación.
A principios de los 70, viajó a India. Las religiones orientales se habían convertido en su punto de atracción y decidió pasar una temporada de iniciación en el hinduismo. Se cambió el nombre a Turiya Sangitananda, traducible por “estado de consciencia plena”, en relación a los estados de la filosofía hinduista.
En 1972, se estableció en California. Abandonó el jazz y se dedicó a la música puramente meditativa. Fundó el Centro Vedántico de los Estados Unidos y fue durante años la swamini o guía espiritual de la comunidad allí congregada.
Tras unos años de ligero anonimato, en los que tuvo que afrontar la muerte de su hijo John en un accidente de tráfico, volvió a aparecer en la década de los 90 de forma fugaz gracias al interés que recobró su música. En 2004 colaboró con su hijo Ravi en lo que sería su último disco, Translinear Light, y en 2006 se retiró definitivamente de los escenarios. Murió a consecuencia de una insuficiencia respiratoria el 12 de enero de 2007, a los 69 años.
El mundo del jazz le debe mucho a Alice Coltrane. Sin su influencia, la breve etapa de éxito de su marido que tanto saboreamos no hubiera sido la misma. Abrió la puerta a un jazz cargado de sentimiento, de alma. Dio otro porqué al género. Y lo más importante: consiguió ser independiente. No todo el mundo es capaz de vivir junto a un titán sin ser su sombra.