Peggy Gilbert (mujeres del jazz I)

Margaret Fern Knechtges, conocida posteriormente como Peggy Gilbert, nació en pleno corazón americano, Sioux City, Iowa, en febrero de 1905. Hija de músicos profesionales, pronto recibió sus primeras lecciones musicales. Fue instruida en violín y piano. He aquí la primera restricción ante la que ese encontraba una mujer músico: el viento y la percusión únicamente podían ser tocados por el hombre, emblema de virilidad y fuerza. A la mujer quedaba relegado el piano, el órgano y la cuerda.

No obstante, esta joven de dorados rizos optó por aprender a tocar el saxofón y adentrarse en el jazz de forma autodidacta, gracias a lo que escuchaba en la radio. Este será el gesto más feminista y luchador de Gilbert: negarse a aceptar la imposición de una sociedad que trataba a la mujer como complemento del hombre. Gracias a su insistencia, logra formar “The Melody Girls”, la primera all-girls jazz band que dirigirá. Sus modestas actuaciones en un hotel local eran retransmitidas por la radio de la ciudad.

Las bandas femeninas tuvieron cierta proyección durante los Felices 20 por su extravagancia. Bellas jóvenes que realizaban una actividad tan exótica a ojos masculinos como tocar un trombón o cargar con un contrabajo. Eran puro entretenimiento y explotación. En ocasiones, los asistentes a las sesiones no entendían que únicamente eran músicos, y no bailarinas de cabaret o mujeres de compañía. Fueron años difíciles para la mujer en el jazz, pero Peggy Gilbert aprovechó el escaparate que se le concedía para triunfar y abrirse paso en un mundo de hombres.

En 1928 se trasladó a Los Ángeles, donde formará orquestas como “Peggy Gilbert and her Metro Goldwyn Orchestra”, “Peggy Gilbert and her Symphonics” y “Peggy Gilbert and her Coeds”. Su nombre cada vez resonaba con más fuerza en los locales más prestigiosos de la ciudad, y llegó a compartir escenario con Benny Goodman o Louis Prima, rey del swing. Apareció también en diversas películas de Hollywood, como The Wet Parade (1932), Melody for two (1937) o The great waltz (1938), donde dejó constancia de su popularidad musical. Se dice que Billy Wilder se inspiró en ella y sus chicas a la hora de grabar la banda de músicos de Con faldas y a lo loco (1959).

Durante la Segunda Guerra Mundial, recorrió junto a la actriz Thelma White diferentes bases norteamericanas para amenizar y distraer a las tropas. Nuevamente, la mujer usada como objeto de entretenimiento. Esta vez, sin embargo, eran reconocidas con cierto prestigio y respeto. Por otro lado, Gilbert encabezó durante estos años la sede angelina de la Federación Americana de Músicos, desde donde conseguía encontrar cabida en bandas militares a jóvenes que huían del fusil. Sin duda, este puesto administrativo dotó de un nuevo rango de consideración a la jazzista.

El mayor reconocimiento artístico de Peggy Gilbert no llegó hasta la década de los 70, cuando fundó “The Dixie Belles” junto a diversas veteranas de su generación. El jazz “neorleano” que producía este grupo se extendió hasta 1998. Fue entonces cuando Gilbert, de 93 años, colgó definitivamente el saxofón y se dedicó a la escritura de artículos para publicaciones musicales. Falleció en febrero de 2007, a los 102 años de edad.

La vida regaló a Peggy Gilbert un siglo entero para poder contemplar transiciones y contrastes, evoluciones sociales. Ella misma vivió en sus propias carnes el desprestigio por ser mujer. Décadas después se le honraba y premiaba precisamente por serlo, por no doblarse ante las exigencias. Supo aprovechar las pocas y concretas oportunidades que el machista mundo del jazz le brindó para triunfar y proclamar un nuevo discurso.

“The Dixie Belles” fue la catarsis de su generación. Aquellas turbo-yayas ya no eran objetos de buen ver; eran músicos. Desobedecieron al verso garciliano y trajeron la belleza cuando la nieve llegaba, pues no hay nada más hermoso que la no imposición.

Fuente de la fotografía.

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2 Respuestas

  1. Pat dice:

    Gracias por seguir descubriéndonos artistas!

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