Concierto: Andersen Milder Andersson Trio, jazz de cámara

La última sesión del interesantísimo Ciclo Internacional de Jazz que nos ha ofrecido Refugio Jazz Club de Sant Joan nos reservaba una auténtica delicatessen. Una muestra de jazz moderno a cargo de tres intérpretes de altísimo nivel para demostrar que en ese amplio cajón de sastre en el que se ha convertido el jazz contemporáneo aún caben muchas aportaciones innovadoras y más que interesantes.

Ficha del concierto

Crónica del concierto:

Excelentes representantes de la rica tradición del jazz nórdico, el trío compuesto por el danés Martin Andersen a la batería y los suecos Thommy Andersson al contrabajo y Joakim Milder al saxo, ofreció un recital de buen gusto y saber hacer a la hora de tocar jazz. En lugar de optar por el modo potente y vigoroso de trío de saxo al estilo de Sonny Rollins, optan por una vía mucho más sutil y reposada, más la usanza de algunos tríos de piano, y en la que obligan al espectador a estar muy atento para apreciar en toda su extensión un concierto pleno de matices y sutilezas en el que hasta las pausas ocupan un lugar fundamental, sin que ello signifique que no hubiera algunos momentos de gran intensidad. A cambio el buen aficionado recibe una descarga de placer estético verdaderamente memorable.

Varios fueron los factores para que se produjera una cita tan gozosa para el espectador. Por una parte el elevado nivel interpretativo de los tres miembros del grupo. Joakim Milder es un saxo elegante, sobrio y preciso, con un fraseo limpio y rotundo, perfectamente secundado por el enorme contrabajista Thommy Anderson, tan sutil con el arco como certero en el pizzicato. El solo que nos ofreció en la última pieza previa al bis fue tan apabullante que por sí solo ya merecía la pena la asistencia.

Y Martin Andersen es un baterista virtuoso capaz de extraer los sonidos más inverosímiles de sus baquetas, sus mazas y sus manos. Creador de una potentísima base rítmica, llena de matices, sobre la que sus compañeros pueden improvisar libremente, aportando una riqueza de sonidos verdaderamente fascinante. Incluso, aprovechando la intimidad del local, se permitió el lujo de utilizar como elemento de percusión el roce de los dedos sobre su camisa. Nunca hubiera imaginado que vería algo así.

El otro elemento fundamental para que el concierto resultara redondo fue la elección del repertorio. Empezaron los dos sets con sendas piezas de Monk interpretadas desde el respeto pero con una visión absolutamente personal. Destacaron también algunas piezas de compositores suecos prácticamente desconocidos por estos pagos (estos escandinavos son tan raros que no solo cuidan a sus músicos de jazz, sino que además los reivindican, los interpretan y los tienen muy bien considerados), y cómo no citar ese vals, obra del propio Andersson, cuya melodía silbaban los tres músicos mientras se iban incorporando con sus instrumentos para improvisar sobre ella. Tremendamente sugestivo. También abordaron una obra de la tradición medieval trovadoresca, llevándosela a su terreno como si tal cosa y guardaron para el bis una pieza del compositor brasileño Emerico Lobo. Como se puede ver un repertorio verdaderamente ecléctico interpretado desde una óptica muy personal y rigurosa. Un auténtico disfrute.

Lástima que la asistencia de público no fuese la deseada para un concierto de este nivel. Pero ya casi estamos acostumbrados a esto y no abundaremos en el tema. El que no venga, se lo pierde.

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