Concierto: Battle of Tenors, Pietro Tonolo vs Javier Vercher

Por el título del concierto íbamos predispuestos a una auténtica batalla sonora entre dos instrumentistas, al estilo de los clásicos duelos perpetuados en películas como Kansas City de Robert Altman. Pero la sangre no llegó al río y no hubo piques ni rivalidad sino dos excelentes músicos que se apoyaban, complementaban e impulsaban uno al otro.
Ficha del concierto
- Lugar: Refugio Jazz Club, Sant Joan d’Alacant
- Fecha: 2 de octubre, 2014
- Formación:
- Pietro Tonolo, saxo tenor
- Javier Vercher, saxo tenor
- Albert Bover, piano
- Dee Jay Foster, contrabajo
- Igor Tavan, batería
En los cómics de Marvel es frecuente la aparición de equipos de superhéroes que combinan sus poderes para hacer frente a un enemigo muy superior. Algo así sentí durante la actuación. Cinco enormes músicos, cada uno de su padre y de su madre, con formaciones y experiencias diversas, unían sus fuerzas para lanzar un chorro de música creativa y de belleza intemporal. No se trataba de la habitual formación de un instrumentista acompañado por una sección rítmica. Aquí todos eran líderes y solistas pero dispuestos a trabajar como grupo, con espacios para sus solos y tiempos para crear acompañando.
El concierto se inició con Lonely Woman de Ornette Coleman, toda una declaración de intenciones. Pietro Tonolo, un experimentado saxo tenor italiano, se mostró seguro y dueño de un sonido muy bonito. Su colega Javier Vercher no le iba a la zaga, extrayendo del saxo unos solos dotados de una especial sensibilidad. Eran intervenciones poderosas que sobresalían sobre el manto de sonido creado por el resto del grupo.
El batería Igor Tavan no cesó de lanzar propuestas sonoras con sus baquetas, siempre distintas, provocativas, alimentando a sus compañeros. A su lado Dee Jay Foster le secundaba con rotundidad al contrabajo, y desde el primer solo se ganó la atención de los presentes. Mención aparte merece el pianista Albert Bover. Tuvo que luchar con el potente sonido del grupo y pronto dejó claro que colaboraba con el río sonoro que fluía en la sala. Sus improvisaciones se caracterizaron por la constante creatividad y la difícil naturalidad con la que desgranaba las notas y acordes.
De la combinación de todos estos nutritivos ingredientes surgía una música intensa, envolvente, casi hipnótica. Una gozada para los sentidos y disfrutada en el ambiente cercano de un club como El Refugio Jazz Club. La pena fue la escasa respuesta de público. Parece mentira con los años de tradición jazzística en Alicante. No eché de menos al público mediático de los grandes festivales pero si a muchos aficionados que se perdieron un lujo de actuación.