Concierto: Avishai Cohen, qué bueno que volviste

Después de su exitosa actuación el verano pasado en el Festival de San Javier, el contrabajista israelí Avishai Cohen volvía por tierras murcianas para presentar su última grabación “Seven Seas” en la sala pequeña del Auditorio Víctor Villegas y, como en aquella ocasión, volvió a encandilar al público con su combinación de jazz y música tradicional hebrea y cuando a la palabra público le antecede el verbo encandilar siempre es una buenísima noticia.
Las Noches de Blue Note Records (concretamente la noche del 4 de mayo) nos han permitido volver a disfrutar de jazz en el Auditorio, un género que llevaba demasiado tiempo ausente de este escenario donde hemos podido asistir hace ya tiempo a conciertos verdaderamente memorables (recuerdo especialmente uno del trío de Brad Mehldau hace ya unos cuantos años).
Para ambientar el artículo, aquí te dejo un vídeo con uno de los temas que interpretó:
[embed width=480 height=390]http://youtu.be/E4kc0Aby2vA[/embed]En esta ocasión Cohen se presentó con una formación más “jazzera” que en su anterior aparición. Fue en formato de trío acompañado por dos músicos de gran recorrido, el pianista Shai Maestro, un excelente instrumentista de formación clásica del que ya pudimos disfrutar en San Javier y el jovencísimo baterista Amir Bresler, indudablemente un músico con un gran futuro por delante.
El jazz contemporáneo tiene varios caminos por donde discurrir y evidentemente uno de ellos es mirarse continuamente el ombligo revisitando una y otra vez a los clásicos. Otro de los más trillados es el resbaladizo terreno de las fusiones que nos ha ofrecido junto a hallazgos estimables algún que otro ladrillo verdaderamente infumable. En España hemos visto bastantes ejemplos de uno y otro cariz con el tema del flamenco-jazz.
Avishai el mago
Cohen se ha baqueteado en varias formaciones, tocando con gente de la altura de Roy Hargrove, Bobby McFerrin, Herbie Hancock o Danilo Pérez con el que ha bebido de las fuentes del latin jazz. Pero donde verdaderamente hizo tablas antes de iniciar su carrera en solitario fue en el grupo de Chick Corea.
De manera que con un amplio bagaje detrás como músico acompañante y contando con una sólida formación en Israel y Estados Unidos, el hierosolimitano (ostras, cuántos años deseando poder usar ese gentilicio) se lanzó a actuar y grabar como solista y eligió la fusión con la rica tradición musical hebrea lo que le da un toque auténticamente original a su música a lo que se une el hecho de que el bueno de Avishai es un auténtico animal de escenario: se entrega, dialoga con el público, baila con su contrabajo, lo utiliza como percusión y llega a fundirse con él en una danza verdaderamente sensual que deslumbra al más pintado, además la compenetración con sus dos acompañantes es total.
Todo ello lo agradece el público que, al igual que sucedió en su anterior actuación, acabó entregado al israelí, obligando al grupo a ofrecer hasta tres bises que comenzaron con su ya clásica interpretación de “Alfonsina y el mar” con el acompañamiento desnudo de su contrabajo y, ¿qué quieren que les diga? a uno que todavía tiene su corazoncito ese momento sigue poniéndole los pelos de punta cada vez que lo escucha. Siguió un tema salsero, para animar lo que ya era una fiesta, recuerdo de su colaboración con el gran Danilo Pérez, terminando el concierto con una juguetona versión de “Los Picapiedra”.
Por lo demás cantó menos que en su aparición en San Javier para centrarse en una actuación más jazzista a la que, por poner algún pero, cabe reprocharle cierta reiteración en los temas ya que el desarrollo de algunos de ellos termina por parecerse demasiado entre sí. Pero Cohen es un hombre de recursos y antes de que pueda hacer atisbo de aparición la palabra monotonía es capaz de sacarse de la manga un tema en ladino para recordar el tan hermoso como desconocido entre nosotros cancionero sefardí y de paso hacer la oportuna mención a los tiempos de convivencia pacífica entre judíos, árabes y cristianos por estas tierras.
Y bueno, si el público termina entregado al artista y aplaudiendo a rabiar ¿qué más se puede pedir? Está claro que el bajista israelí no defrauda y que su propuesta en directo sigue siendo mucho más atractiva que sus grabaciones, de modo que solo podemos terminar la crónica exclamando aquello de… ¡qué bueno que volviste!
Mi valoración
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La verdad es que después de leer tu artículo y escuchar el vídeo, me quedo con ganas de verlo. A ver si vuelve por la zona.