Concierto: Joachim Kühn en Jazzaldia 55 by Chema García

Tenemos hoy una colaboración muy especial. El gran Chema García Martínez ha tenido la generosidad de mandarnos para que publiquemos una crónica del concierto de Joachim Kühn en Jazzaldia, el cual disfrutó en directo, pero por streaming, los nuevos tiempos son así. Un enorme honor tener un texto de Chema en esta humilde web. Por cierto, si no has visto la charla que tuvimos con él, es totalmente recomendable: Conversajazz #013. Chema García.
Ficha del concierto
- Lugar: San Sebastián
- Festival: Jazzaldia 55
- Fecha: 26/07/2020
- Formación:
- Joachim Kühn, piano.
Vídeo del concierto
El concierto lo puedes ver en el canal de Youtube de Jazzaldia: Joachim Kühn, piano solo – LIVE 55 JAZZALDIA – july 26, 2020.
Crónica del concierto

Un concierto para olvidar
Una puesta en escena no exenta de solemnidad; el patio de butacas lleno a medias según exige la normativa vigente. Una voz femenina en off recuerda el uso obligatorio de mascarillas en euskera y castellano; la misma señala las vías de salida caso ser atacados en pleno concierto por un ejército de fedayines equipados con armamento bacteriológico. Sobre todo que no cunda el pánico. Desde que se nos vino el bicho no he asistido a ningún concierto y no sé si me apetece, o sí lo sé. La nueva realidad aséptica, inodora e insípida me la suda mucho. Solo que Joachim Kühn es otra cosa, aunque sea por streaming.
Vengo acompañando la carrera de Joachim Kühn con un interés que muchas veces se ha acercado a la pasión a través de sus sucesivas mutaciones, del ser andrógeno/glamuroso de su primer concierto en Madrid (Colegio Mayor Pío XII, 4 de mayo de 1974) a la madurez creativa del setentón interesante. Y, debo decirlo: nunca me ha defraudado.
Apoyado en el quicio de su Steinway “55 Jazzaldia”, Joachim Kühn anuncia un “concierto para olvidar”, quiso cantar para olvidar su vida verdadera de mentiras y recordar su mentirosa vida de verdades, que cantaba Octavio Paz. Kuhn está aquí para hacernos olvidar la fealdad intrínseca del universo mundo que nos rodea y regalarnos una belleza siempre necesaria, pero más en tiempos como los actuales.
Su recital en solo del pasado domingo en Donostia/San Sebastián fue una bofetada en pleno rostro, hay una luz al final del camino, Lázaro, levántate y anda, o escucha. Kühn es una actitud ante la vida, un vivir cada instante como si fuera el último, un mundo en sí mismo, como certeramente apunta Yahvé de la Cavada en su crónica para El País. La desenvoltura con que el artista viajó por entre un repertorio presente, apenas, en su memoria, sugiere la existencia de un guion meticulosamente articulado (lo que, conociéndole, puede darse por seguro). Resulta que, a la amable presentadora bilingüe se le olvidó decirnos que el pianista ha venido con un programa bajo el brazo, que da título a su gira: “The melodic Ornette Coleman”. Y sí, hay Ornette (lo que, conociéndole, se da por sentado), pero no sólo él. Algunas piezas originales–“en los últimos meses he tenido un poco más de tiempo para componer”, nos dice- y unas cuantas versiones conocidas –“The end”- o por conocer: “Warm canto” (Mal Waldron en “The Quest”, año de 1961), una encantadora/remota miniatura hecha a la medida de un discófilo, como Kühn; “Stardust” (Hoagy Carmichael, 1927), en versión tan ajustada al original como ajena a todo lugar común: la guinda de un recital inolvidable.
El apartado dedicado a Ornette Coleman incluyó un número de composiciones del maestro poco o nada conocidas, con alguna excepción (“Lonely woman”), fruto de los años de trabajo entrambos y el inagotable caudal melódico de aquel. Interpretaciones cortas o muy cortas, de un lirismo abrupto/arrebatado/torrencial/contradictorio en su pasar de la carne (el pecado) al espíritu, lo abstracto/intangible a lo concreto, y así. El pianista se halla inmerso en lo que parece una nueva metamorfosis estética deudora del romanticismo clásico, más Schumann que Chopin, más Debussy que Satie. Las referencias jazzísticas, entre las que resulta difícil hallar algún pianista, siguen en pie. Con Joachim Kühn, uno nunca sabe.
El maestro vuelve a sí mismo para un fin de fiesta con banderas al viento (“Missing a page”) y un bis con sabor a mar y sal (“The feeling never stops”), el sudor como un torrente serrano en época de deshielo tiñendo de morado su camisa azul cobalto. Ha sido una hora y veinte aprox. de un esfuerzo físico e intelectual titánico, por no decir hercúleo; el creador enfrentado a las fuerzas de la Naturaleza/la incertidumbre de los tiempos, luchando por mantener el rocín bajo control. Será por eso que se le está poniendo cara de busto de Beethoven sobre el piano de pared.
Chema García Martínez
