No resulta nada habitual cuando vas a ver un concierto de jazz la formación sea un septeto (parece complicado ver grupos tan grandes, si exceptuamos alguna big band). Mucho menos si el septeto no tiene batería. Y aún menos habitual es que los instrumentos sean flauta travesera, clarinete, clarinete bajo, guitarra, piano, violonchelo y contrabajo. Y el concierto tiene lugar en la terraza de un edificio modernista. Y si además las composiciones homenajean a dos compositores sudamericanos de música clásica, la pregunta que surge es ¿pero era un concierto de jazz? Pues sí, lo era, y además muy interesante.
Bartolomeo Barenghi es un guitarrista italiano de formación clásica cuyos intereses le han derivado hacia el jazz (otro más perdido, menudo disgusto le daría a sus padres 😉 ). Actualmente reside en Barcelona, donde es profesor de guitarra, combo y armonía en el Aula de música moderna y Jazz del Conservatori del Liceu de Barcelona.
Esa formación clásica se transluce, y mucho, en el proyecto que presentaba en la terraza de La Pedrera: el disco Prelúdio e Saudade (Sobre Villa–Lobos y Leo Brouwe). Este álbum es un homenaje a dos autores clave de la música clásica sudamericana: el cubano Leo Brower y el brasileño Heitor Villa-Lobos.
El concierto se dividió en dos partes: la primera, dedicada al compositor cubano, se componía de una suite de cuatro movimientos (En la Habana). En la segunda parte se incluyeron cuatro temas compuestos por el músico brasileño. Hubo un bis, que quizás desentonó un poco con el tono del resto del concierto.
Quizás el adjetivo que mejor refleja mi sentimiento hacia la música que nos presentaron en el concierto sea la de deliciosa. Una música pausada, apacible, con momentos álgidos, que invita a escucharla con pausa, que tiene una digestión agradable, que genera sosiego en el oyente.
La música estaba bastante «arreglada», incluso en varias partes Bartolomeo ejercía de director, indicando las entradas y salidas de los músicos. Unos arreglos muy bien adaptados a la formación del septeto. También había espacio para los solos de los integrantes del grupo, pero tal vez para alguien que escuche mucho jazz clásico quizás se echa un poco de menos una mayor libertad para los solos. De todas formas, se me antoja incompatible con el tono general de la música.
Todos los músicos demostraron un nivel soberbio. Su interpretación me pareció fantástica. Me gustaría destacar además del líder, el clarinetista Gabriel Amargant, el contrabajista Miguel Serna y Pablo Selnik en la flauta travesera.
Sobre el lugar, los sentimientos son encontrados: la terraza de La Pedrera, emblema del modernismo catalán, es sin ninguna discusión un lugar mágico, ideal para transitar en la noche, con esas formas sugerentes y fantasmales. Y la música escogida congeniaba muy bien con ese entorno. No obstante, es un lugar horrible para disfrutar de un concierto con una mínima comodidad. Sobre todo cuando se venden tantísimas entradas. La gente estaba sentada por el suelo, la mayoría sin ningún lugar para apoyarse y muchos viendo a los músicos a mucha distancia.
En conclusión, y sin dejar que este último comentario empañe una deliciosa velada, un concierto para recordar durante mucho tiempo por su originalidad y calidad.
Creador y administrador de JazzTK Revista digital de jazz. Si algo falla en JazzTK, échale a él la culpa. El jazz y la fotografía son dos de sus grandes aficiones, y ambas las conjuga en JazzTK, aunque puedes ver más fotografías suyas en su blog fotográfico Álex García Fotografías.
También se ha aficionado a diseñar páginas web y ya lleva unas cuantas. La última, Esfera Jazz
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